CAPITULO 5
Desperté en mi cuarto y sentía un dolor de cabeza que era
como si estuvieran taladrando desde dentro de mi cabeza, me levante, abrí la ventana
y me encontré con un día que era nublado
y casi podría asegurar con certeza que llovería, para ser sinceros este clima
no ayuda a las personas tristes y con tantas cosas que pensar como yo pero aún
así no me podía dar el lujo de que el clima me hiciera estar de mal humor y más
triste de lo que ya me encontraba. Cerré las cortinas fuertemente, pensando en
que quizá ya jamás podría tener esas platicas que tanto me encantaban y
reconfortaban al igual que sus abrazos, ante ese pensamiento me abrasé a mi
misma porque de pronto sentí escalofríos, y no precisamente por el clima, si no
por esa extraña sensación de vacío, esa sensación que sentí desde que él se
fue, de pronto me vino a la mente por un segundo que quizá en verdad lo amara y
no me había dado cuenta de ello siquiera, pero ese pensamiento me hizo temblar
de nuevo y me percate de que estaba llorando, como si no hubiera tenido ya
suficientes lagrimas el día de ayer, de un momento a otro pase de sentirme
triste a sentirme tonta, me sentía tonta por dejar salir mis lagrimas con tanta
facilidad y ser tan como un libro abierto en el cual puedes ver con demasiada
facilidad lo que piensa y siente con tan solo dar un vistazo. Me seque las
lagrimas y me metía darme un baño para relajarme. Al terminar baje lentamente
de las escaleras decidida con la cabeza en alto, pero me di cuenta que a mitad
de ellas ya estaba arrastrando los pies y con la cabeza agachada y ya no luche
contra ella.
-Buenos días cariño –Mi madre ponía la mesa y en ella había cinco
platos con hot-cackes con miel y unos con cajeta, los cuales eran míos ya que
no me gustaba la miel y prefería la cajeta, mi madre sabe que los hot-cackes
son mis favoritos e imagine que debió hacerlos para hacerme sentir mejor.
-Buenos días madre- Mostré mi mejor sonrisa ante el detalle
de mi madre y le hiciera ver que lo había notado.
-Siéntate, prepare hot-cackes, los tuyos con cajeta, como te
gustan –Al parecer no se dio cuenta de que lo había notado y lo agradecía o quizá
solo lo pensé y al intentar mostrarlo mi
rostro no lo había alcanzado a reflejar.
-Lo sé, lo veo, gracias –Esa respuesta había sonado algo
fría e intente pensar en cómo mejorarlo pero lo deje pasar. Comencé a comer mis hot-cackes mecánicamente co
miles d pensamentos en mí.
-Y… ¿Qué harás el día de hoy___? –Mi tío que estaba frente a
mi me pregunto con una sonrisa amistosa.
-No lo sé, he estado pensando que debería ir a hacer unas
compras porque ni siquiera tengo maletas-
-Ya veo, sí, creo que sería oportuno que comenzaras por eso –Sonrió
y pensé que quizá me veía como una rara por no tener siquiera maletas de viaje,
pero yo no viajo mucho y jamás en mi
vida lo había hecho en avión.
Al terminar de comer subí a mi cuarto por mi bolsa y algo de
dinero, entre a mi baño y me mire en el espejo, sinceramente me veía fatal, mis
ojos estaban hinchados por tanto llorar el día de ayer y tenía ojeras, tome de mi cosmetiquera polvo
y corrector y los aplique alrededor de mis ojos para así ocultar mis sentimientos
de los demás y poder mostrar una sonrisa y fingir que estaba bien. Me puse un
saco ya que se había puesto más frio desde que había despertado, baje las
escaleras, me despedí de mi madre y abrí la puerta, baje las escaleras de la
puerta hasta llegar a mi Chevy ss negro , que tenía gracias a que mis tíos me
prometieron que si obtenía mi licencia de conducir ellos me regalarían el auto
que quisiera, y al ver ese me había fascinado. Entre en el auto y estaba a
punto de arrancar cuando alguien toca la ventana del lado contrario de mi asiento
y me sobresalto, era Susana, abrí la ventana.
-Hey , un minuto más
tarde y no te encuentro ¿A dónde vas? –Su sonrisa era fácil, amigable y
seductora, todo a la vez, creo que ya es parte de ella y ni siquiera se da
cuenta que la tiene, ya que a todos les da esa sonrisa seductora, y cuando se
lo propone con los hombres ni hablar, cosa que yo no puedo hacer, ni quiero.
-Hola¡¡ este…me dirigía a…de compras –Pude articular
finalmente después de la impresión.
-Genial, compras es mi segundo nombre y bien que lo sabes, además
quiero hablar contigo –Todo esto lo dijo mientras abría la puerta del coche y
se sentaba a mi lado, esto me saco una sonrisa, una de verdad, y esto hizo que
me doliera la quijada, como si tuviera años de no haber reído, algo dramático,
lo sé, pero así lo sentía yo. Al parecer ella lo percato porque dijo:
-Creo que ya estas mejor…digo…después de lo de ayer, tú
sabes –Ante estas palabras mi sonrisa se difumino en un segundo y ahí tenía de
nuevo esa cara larga y triste.
-Oh¡ , si, de eso, será mejor que arranque –Dije para
cambiar de tema.
-Claro, hazlo, pero no me cambies de tema –Arranque le carro
y me puse en marcha, tenía mi mirada hacía enfrente y trate de poner mi cara
como si no pasara nada.
-No te cambio de tema, es solo, no quisiera hablar de eso –Sacudí
la cabeza y cerré los ojos por un segundo.
-Lo sé, lo imagino, sabes, no seas tan duro con él –De
pronto me sorprendió que lo supiera tan rápido y después pensé que quizá él ya
había hablado con ella.
-¿Ha hablado contigo?
-No, la última vez que hable con él fue ayer, tú me viste,
desde entonces no he hablado con él ni sé nada de él –De pronto me sentí
confundida y después todo concordó.
-Entonces ¿Tú también sabías que me pediría matrimonio? –Mi voz
sonó agresiva e intente calmarme, parecía que todo mundo lo sabía menos yo, me
sentí tonta, aún así me intente relajar, no quería enojarme con ella también.
-Sí, lo sabía, de hecho, yo lo anime a que lo hiciera, y me
arrepiento -Mi enfado volvió pero de
nuevo me intente calmar y lo disipe con el pensamiento de que no debía
enojarme, no con ella, apreté el volante solo por tener algo a que aferrarme.
-¿Por qué? ¿Por qué nadie pensó en mí, acaso yo no importo,
mis sentimientos no importan? -M e
aferre al volante con más fuerza.
-Hey, tranquila, romperás el volante si lo sigues apretando
de esa manera –Sabía que quería hacer que me relajara, o quizá que cambiara de
tema, pero no lo haría, ella lo había comenzado y querido así y así sería.
-Ahora tú no me cambies de tema –“Relájate ___ relájate” pensé
en mi interior mientras daba un suspiro largo.
-¿Qué quieres que te diga? En verdad lo siento, en verdad, pensé
que sería lo mejor, pero ya veo que no –Voltee y en su rostro vi
arrepentimiento y supe que hablaba en verdad, pocas veces había visto a la gran
Susana con esa cara, y solo en momentos muy serios la había visto así, eso hizo
que me calmara de completo.
-Está bien, de todos
modos ya no importa nada -Un suspiro salió de mi sin que yo lo pidiera.
-¿Qué quieres decir con que ya no importa nada? –Me miro
fijamente y recordé que no se lo había dicho.
-Me voy a Los Angeles, California –Ella primero abrió sus
grandes ojos color miel delineados tan perfectamente que me pregunte cómo lo
hacía y después los cerro de golpe dando un suspiro.
-Debí imaginarlo, no dejas nada a la ligera –Se recostó en
el respaldo del asiento pesadamente.
-Oye, estaré en
contacto contigo, lo sabes –Sentí un nudo en la garganta al ver caer una
lagrima por su pálida piel.
-No será lo mismo y no intentes convencerme de lo contrarío
porque no podrás –Se abrazo a sí misma como yo lo había hecho esta mañana.
-No, no pensaba convencerte de nada, porque yo también se
que no será lo mismo, pero aun que no sea o mismo jamás te dejar de querer, jamás
dejaras de ser mi mejor amiga, eso debes de entenderlo – Dije y ella se limpio
los ojos con un pañuelo que tomo de una caja que tenía a la vista.
-Perdóname, no debí ser tan dura, es tu vida y tú decides
qué hacer con ella, es solo que me dolerá estar lejos de ti –Esbozo una
sonrisa.
-Créeme que a mí también me duele de tan solo pensarlo, me
duele mucho más que me iré y Luis está enojado conmigo-
-Deberías hablar con él, te quiere demasiado, lo sabes, é te
adora y sé que esto se le pasara –Me tomo del hombro.
-Lo dudo, se fue bastante enojado, me duele mucho las
palabras que me dijo –Cerré los ojos como si eso disipara el dolor que sentía
al recordarlo.
-A mí tampoco me gustaría que te fueras enojada con él, se
que lo que te dijo en verdad no lo sentía, actuó por impulso, tú lo conoces, es
demasiado impulsivo –Era verdad, eso siempre lo había visto, en la primaria lo hacían
enojar fácilmente y en más de una ocasión se había peleado y habían mandado
llamar a su padre, que lo regañaba por haberlo sacado de alguna junta
importante más que por el hecho de que se hubiera peleado.
-Sí, tienes razón, no me quiero ir así con él, le llamare en
cuanto llegue a casa –Ella me dirigió una gran sonrisa.
-Así se habla amiga
Llegamos a la tienda por fin y de pronto me sentía como si
no tuviera fuerzas ni ganas de comprar, como si hubiera tenido un día pesado y
el día apenas comenzaba y no de cualquier manera, sino de compras con Susana,
la que arrasaba con las tiendas, me dio la impresión de que terminaría exhausta.