lunes, 21 de abril de 2014

Destiny

CAPITULO 5 
Desperté en mi cuarto y sentía un dolor de cabeza que era como si estuvieran taladrando desde dentro de mi cabeza, me levante, abrí la ventana  y me encontré con un día que era nublado y casi podría asegurar con certeza que llovería, para ser sinceros este clima no ayuda a las personas tristes y con tantas cosas que pensar como yo pero aún así no me podía dar el lujo de que el clima me hiciera estar de mal humor y más triste de lo que ya me encontraba. Cerré las cortinas fuertemente, pensando en que quizá ya jamás podría tener esas platicas que tanto me encantaban y reconfortaban al igual que sus abrazos, ante ese pensamiento me abrasé a mi misma porque de pronto sentí escalofríos, y no precisamente por el clima, si no por esa extraña sensación de vacío, esa sensación que sentí desde que él se fue, de pronto me vino a la mente por un segundo que quizá en verdad lo amara y no me había dado cuenta de ello siquiera, pero ese pensamiento me hizo temblar de nuevo y me percate de que estaba llorando, como si no hubiera tenido ya suficientes lagrimas el día de ayer, de un momento a otro pase de sentirme triste a sentirme tonta, me sentía tonta por dejar salir mis lagrimas con tanta facilidad y ser tan como un libro abierto en el cual puedes ver con demasiada facilidad lo que piensa y siente con tan solo dar un vistazo. Me seque las lagrimas y me metía darme un baño para relajarme. Al terminar baje lentamente de las escaleras decidida con la cabeza en alto, pero me di cuenta que a mitad de ellas ya estaba arrastrando los pies y con la cabeza agachada y ya no luche contra ella.
-Buenos días cariño –Mi madre ponía la mesa y en ella había cinco platos con hot-cackes con miel y unos con cajeta, los cuales eran míos ya que no me gustaba la miel y prefería la cajeta, mi madre sabe que los hot-cackes son mis favoritos e imagine que debió hacerlos para hacerme sentir mejor.
-Buenos días madre- Mostré mi mejor sonrisa ante el detalle de mi madre y le hiciera ver que lo había notado.
-Siéntate, prepare hot-cackes, los tuyos con cajeta, como te gustan –Al parecer no se dio cuenta de que lo había notado y lo agradecía o quizá  solo lo pensé y al intentar mostrarlo mi rostro no lo había alcanzado a reflejar.
-Lo sé, lo veo, gracias –Esa respuesta había sonado algo fría e intente pensar en cómo mejorarlo pero lo deje pasar.  Comencé a comer mis hot-cackes mecánicamente co miles d pensamentos en mí.
-Y… ¿Qué harás el día de hoy___? –Mi tío que estaba frente a mi me pregunto con una sonrisa amistosa.
-No lo sé, he estado pensando que debería ir a hacer unas compras porque ni siquiera tengo maletas-
-Ya veo, sí, creo que sería oportuno que comenzaras por eso –Sonrió y pensé que quizá me veía como una rara por no tener siquiera maletas de viaje, pero yo no viajo mucho  y jamás en mi vida lo había hecho en avión.
Al terminar de comer subí a mi cuarto por mi bolsa y algo de dinero, entre a mi baño y me mire en el espejo, sinceramente me veía fatal, mis ojos estaban hinchados por tanto llorar el día de ayer  y tenía ojeras, tome de mi cosmetiquera polvo y corrector y los aplique alrededor de mis ojos para así ocultar mis sentimientos de los demás y poder mostrar una sonrisa y fingir que estaba bien. Me puse un saco ya que se había puesto más frio desde que había despertado, baje las escaleras, me despedí de mi madre y abrí la puerta, baje las escaleras de la puerta hasta llegar a mi Chevy ss negro , que tenía gracias a que mis tíos me prometieron que si obtenía mi licencia de conducir ellos me regalarían el auto que quisiera, y al ver ese me había fascinado. Entre en el auto y estaba a punto de arrancar cuando alguien toca la ventana del lado contrario de mi asiento y me sobresalto, era Susana, abrí la ventana.
-Hey ,  un minuto más tarde y no te encuentro ¿A dónde vas? –Su sonrisa era fácil, amigable y seductora, todo a la vez, creo que ya es parte de ella y ni siquiera se da cuenta que la tiene, ya que a todos les da esa sonrisa seductora, y cuando se lo propone con los hombres ni hablar, cosa que yo no puedo hacer, ni quiero.
-Hola¡¡ este…me dirigía a…de compras –Pude articular finalmente después de la impresión.
-Genial, compras es mi segundo nombre y bien que lo sabes, además quiero hablar contigo –Todo esto lo dijo mientras abría la puerta del coche y se sentaba a mi lado, esto me saco una sonrisa, una de verdad, y esto hizo que me doliera la quijada, como si tuviera años de no haber reído, algo dramático, lo sé, pero así lo sentía yo. Al parecer ella lo percato porque dijo:
-Creo que ya estas mejor…digo…después de lo de ayer, tú sabes –Ante estas palabras mi sonrisa se difumino en un segundo y ahí tenía de nuevo esa cara larga y triste.
-Oh¡ , si, de eso, será mejor que arranque –Dije para cambiar de tema.
-Claro, hazlo, pero no me cambies de tema –Arranque le carro y me puse en marcha, tenía mi mirada hacía enfrente y trate de poner mi cara como si no pasara nada.
-No te cambio de tema, es solo, no quisiera hablar de eso –Sacudí la cabeza y cerré los ojos por un segundo.
-Lo sé, lo imagino, sabes, no seas tan duro con él –De pronto me sorprendió que lo supiera tan rápido y después pensé que quizá él ya había hablado con ella.
-¿Ha hablado contigo?
-No, la última vez que hable con él fue ayer, tú me viste, desde entonces no he hablado con él ni sé nada de él –De pronto me sentí confundida y después todo concordó.
-Entonces ¿Tú también sabías que me pediría matrimonio? –Mi voz sonó agresiva e intente calmarme, parecía que todo mundo lo sabía menos yo, me sentí tonta, aún así me intente relajar, no quería enojarme con ella también.
-Sí, lo sabía, de hecho, yo lo anime a que lo hiciera, y me arrepiento  -Mi enfado volvió pero de nuevo me intente calmar y lo disipe con el pensamiento de que no debía enojarme, no con ella, apreté el volante solo por tener algo a que aferrarme.
-¿Por qué? ¿Por qué nadie pensó en mí, acaso yo no importo, mis sentimientos no importan?  -M e aferre al volante con más fuerza.
-Hey, tranquila, romperás el volante si lo sigues apretando de esa manera –Sabía que quería hacer que me relajara, o quizá que cambiara de tema, pero no lo haría, ella lo había comenzado y querido así y así sería.
-Ahora tú no me cambies de tema –“Relájate ___ relájate” pensé en mi interior mientras daba un suspiro largo.
-¿Qué quieres que te diga? En verdad lo siento, en verdad, pensé que sería lo mejor, pero ya veo que no –Voltee y en su rostro vi arrepentimiento y supe que hablaba en verdad, pocas veces había visto a la gran Susana con esa cara, y solo en momentos muy serios la había visto así, eso hizo que me calmara de completo.
-Está  bien, de todos modos ya no importa nada -Un suspiro salió de mi sin que yo lo pidiera.
-¿Qué quieres decir con que ya no importa nada? –Me miro fijamente y recordé que no se lo había dicho.
-Me voy a Los Angeles, California –Ella primero abrió sus grandes ojos color miel delineados tan perfectamente que me pregunte cómo lo hacía y después los cerro de golpe dando un suspiro.
-Debí imaginarlo, no dejas nada a la ligera –Se recostó en el respaldo del asiento pesadamente.
-Oye, estaré  en contacto contigo, lo sabes –Sentí un nudo en la garganta al ver caer una lagrima por su pálida piel.
-No será lo mismo y no intentes convencerme de lo contrarío porque no podrás –Se abrazo a sí misma como yo lo había hecho esta mañana.
-No, no pensaba convencerte de nada, porque yo también se que no será lo mismo, pero aun que no sea o mismo jamás te dejar de querer, jamás dejaras de ser mi mejor amiga, eso debes de entenderlo – Dije y ella se limpio los ojos con un pañuelo que tomo de una caja que tenía a la vista.
-Perdóname, no debí ser tan dura, es tu vida y tú decides qué hacer con ella, es solo que me dolerá estar lejos de ti –Esbozo una sonrisa.
-Créeme que a mí también me duele de tan solo pensarlo, me duele mucho más que me iré y Luis está enojado conmigo-
-Deberías hablar con él, te quiere demasiado, lo sabes, é te adora y sé que esto se le pasara –Me tomo del hombro.
-Lo dudo, se fue bastante enojado, me duele mucho las palabras que me dijo –Cerré los ojos como si eso disipara el dolor que sentía al recordarlo.
-A mí tampoco me gustaría que te fueras enojada con él, se que lo que te dijo en verdad no lo sentía, actuó por impulso, tú lo conoces, es demasiado impulsivo –Era verdad, eso siempre lo había visto, en la primaria lo hacían enojar fácilmente y en más de una ocasión se había peleado y habían mandado llamar a su padre, que lo regañaba por haberlo sacado de alguna junta importante más que por el hecho de que se hubiera peleado.
-Sí, tienes razón, no me quiero ir así con él, le llamare en cuanto llegue a casa –Ella me dirigió una gran sonrisa.
-Así se habla amiga
Llegamos a la tienda por fin y de pronto me sentía como si no tuviera fuerzas ni ganas de comprar, como si hubiera tenido un día pesado y el día apenas comenzaba y no de cualquier manera, sino de compras con Susana, la que arrasaba con las tiendas, me dio la impresión de que terminaría exhausta.






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